lunes, 18 de junio de 2007

Second Life: ¿cómo funciona?

(Premisa: llevo un par de días buscando hacer algo en Second Life, sin éxito alguno. He estado fundamentalmente dando vueltas intentando que mi avatar moviera los brazos y dejara de parecerse a un autóma, pero la función gestures es muy complicada. Pero vayamos con orden...)

Las primeras dos veces que intenté entrar en SL el servidor estaba bloqueado, me imagino que por sobrecarga de usuarios. A la tercera pude por fin entrar y me dispuse con la mejor voluntad a enseñar a mi avatar a estar en el mundo.

Los avatares recién nacidos aparecen siempre en el mismo punto de la plataforma SL. Es una especie de pequeña plaza rodeada por columnas en la que continuamente van apareciendo nuevos personajes: primero son grises, luego su cuerpo va adquiriendo color y poco a poco aparecen también sus vestimentas. Al comienzo del juego los avatares son casi todos iguales porque hay pocos modelos básicos entre los cuales elegir cuando se crea el personaje: de hecho, cuando mi avatar "nació", enseguida apareció otro exactamente igual (una chica de pelo negro recogido en dos coletas, un vestido rojo y debajo unos pantalones cortos). Con el sistema de mensajería instantánea nos saludamos y las dos comentamos eso, de que éramos idénticas.
Decidimos buscar juntas algo para hacer. Fuimos por el único paseo que conducía hasta una sala donde nos esperaba un avatar que tiene la función de dar las primeras indicaciones a los recién llegados (o recién nacidos) y de proporcionarles una primera nueva prenda para inciar a diferenciarse entre ellos. Mi compañera enseguida consiguió una camiseta nueva (que no le gustó, por cierto, pero se la tuvo que quedar de momento) e incluso el "guía" le enseño a volar. Mientras que mi avatar no lograba hacer nada: las indicaciones que aparecían en la pantalla no me quedaban claras, muchas de las funciones que supuestamente ya tenían que estar activas no funcionaban y mi pobre muñeca estaba ahí parada intentando sacar alguna información al guía, que en toda respuesta le dijo "piérdete" y se fue volando.
Sin guía, sin ropa nueva y sin amiga mandé mi avatar de excursión solitaria. Buscaba a alguien que me pudiera explicar alguna funcíón básica pero no encontraba a nadie: yo sólo podía caminar, los brazos no se movían y la cabeza hacía lo que le daba la gana. Volví a cruzarme con el guía antipático voloteando por encima mío: no quiso explicarme como lo conseguía.
Cabe decir aquí que el juego es muy lento y tanto en los movimientos como en los chats con otros personajes hay cierto desfase entre cuando se da la orden y cuando se ejecuta. Esto le resta dinamismo al juego y hace que se vuelva bastante aburrido. Puede que dependa del ordenador y de la conexión. También me ha pasado dos veces de no poder acceder a Second Life porque la red estaba sobrecargada, y tres veces que una vez dentro se me cerrara la aplicación y que tuviese que volver a reiniciarlo todo. Por lo tanto, hemos aquí una primera característica del trabajo de campo en entornos virtuales: nuestra capacidad de interacción con los espacios y los demás habitantes del mundo on-line depende de factores técnicos del mundo off-line ajenos a nuestra voluntad pero también ajenos a lo que estamos estudiando. Hay pues un tercer factor que interviene en el diálogo entre el dentro y el fuera de línea. Como también apuntaba Aníbal, cuando hacemos observación fuera de línea a menudo se dan situaciones en que se produce una interrupción del flujo de información significativa. Aún así, no nos quedamos completamente fuera de contexto: ése sigue ahí, sólo que la acción significativa se ha interrumpido o se ha alejado de nuestro punto de mira. Trabajando con medios on-line, sin embargo, se produce una completa desconexión (en todos los sentidos que puede tener la palabra) entre observador y campo de observación. Además, cuando el canal que permite la comunicación entre los dos mundos se cierra momentáneamente, nuestro yo virtual no existe, se queda en el aire. Cuando el programa se me cerró solo y tuve que abrirlo de vuelta reintroduciendo la clave de acceso, mi avatar volvió a aparecer en el punto exacto donde lo había dejado, cayendo como del cielo. Para ella el tiempo no había pasado: no sé qué verían los demás avatares cuando el mío desapareció del juego, yo me imagino que debe haber sido aspirado hacia arriba para volver a caer al volver la conexión. Es algo que tiene que ver con la virtualidad del tiempo en el metaverso: lo quiero seguir investigando, todavía no alcanzo a comprenderlo del todo, pero noto una copresencia de dos dimensiones temporales distintas, como una interferencia.
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Estaba dando vueltas por la isla del entrenamiento (training island), un lugar creado para que los novatos empiezen a familiarizarse con el nuevo mundo Second Life. Ahí me encontré con un ángel, literalmente: vestía de blanco, tenía una larga barba cándida y volaba gracias a unas alas enormes. Era el méntor y su tarea es responder las preguntas que les quieran hacer los recién llegados: al contrario del primer guía, él sí contestó educadamente a todas mis dudas e incluso me enseño a volar, por fin. Me dijo que me tomara mi tiempo para tocar los objetos, moverme, ensayar el vuelo, y que no tuviera prisa ya que me encontraba ahí para aprender y que una vez salida de la isla (a través de un rayo verde parecido a él con que los alienígenas abducen a los humanos) no iba a poder regresar. Sin embargo, al rato de estar voloteando por ahí ya no sabía que hacer, y justo apareció en el lado izquierdo de mi pantalla una invitación de parte de alguien que me animaba a presentarme en un local llamado Buddha Bar para una fiesta. había que ir de rojo: por suerte, mi único vestido era rojo, así que no perdí la ocasión y acepté de ser teletransportada hasta el Buddha Bar, por fin iba a poder ver un poco de avatares en acción. Hasta ese momento las pocas personas(1) con las que me había cruzado eran novatos como yo, por lo que la interacción era mínima, cada uno iba por su cuenta en exploración. Llegada al lugar de la fiesta me encontré directamente en el medio de la pista de baile, sin poder moverme ya que todavía no había sabido utilizar la herramienta gesture. Alrededor mío todo el mundo bailaba con soltura. Mientras intentaba hacer algo, en la pantalla se abrió una ventana en la que se presentaba el dueño del local (era de propiedad, evidentemente) y mecenas de la fiesta: era una suerte de ficha personal, en la que se detallaban los varios grupos a los que pertenecía y, clickeando en el botón "más info", aparecía la foto real de el propietario del avatar. Era un chico francés joven, amante de la música electrónica: en la foto aparecía llevando al cuello unos cascos de dj. Me fije que en efecto los avatares ahí "hablaban" francés. O sea: no me podía mover ni podía conversar con nadie porque mi avatar (yo) no habla francés. No sé como pasó, pero de repente me caí y me encontré fuera del escenario de la fiesta. Me levanté, me dí la vuelta e intenté regresar pero no pude: el avatar no respondía a mis mandos y giraba mal, me desorienté y no pude encontrar el camino de vuelta. No entendí lo que pasó pero creo que me echaron.
Cerré la sesión.
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(continuará)
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(1) Uso aquí el término persona en su acepción clásica de "máscara del actor". Nunca mejor dicho. Los avatares son puros íconos.

4 comentarios:

Pistacho dijo...

Buenas, Doctora,
¡pero mira que tienes experiencias extrañas! ¿qué haces entre avatares franceses vestida de rojo? ¡madre mía!

Badmedicine dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Badmedicine dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
juan angel lopez diaz dijo...

hola lo mejor en estos casos.,
es buscarse lugares de entretenimiento.,
ademas hicieron unos cambios en second life.
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